
proyectos | Viabizzuno progettiamo la luce
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es
cantina la brunella
ubicaciòn:castiglione falletto, cuneo
proyecto:studio architetto boroli
proyecto luminotécnico:guido boroli
la cantina la brunella es una estructura para vinificación, envejecimiento y afinamiento de nebbiolo da barolo y de cru de 1ª categoría cerequio y villero ubicada en castiglione falletto, en el corazón del barolo. el primer acercamiento al proyecto de ampliación se vio influenciado por la preexistencia: la brunella, estructura originaria del s. XVII que fue ampliada varias veces, está caracterizada por una instalación en forma de “l" en cuyo cruce de las dos mangas presenta una torre desde la cual se goza de un maravilloso panorama sobre las viñas de propiedad y sobre el valle de barolo. todas las elecciones de proyecto han sido efectuadas en función de la necesidad de no buscar una continuidad formal y arquitectónica, si no copiando las formas y las geometrías de la granja que llevarían a la construcción de una falsa vieja instalación, así como a reinterpretar las viejas formas en clave moderna. de este modo se evidencia de manera neta la nueva estructura, a fin de que ambas puedan gozar de la propia independencia arquitectónica y formal. además, de fundamental importancia, se ha reconocido el aspecto funcional sobre el formal. la estructura realizada y constituida por una superficie enterrada con función de cantina de envejecimiento y una superficie fuera del pavimento destinada al embotellamiento, etiquetado y empaquetado. la cobertura tiene dos faldas sujetadas por cercas de madera laminar de pino y doble cadena de acero mientras el manto de cobre corre desde el colmo hasta el canal vierteaguas en una única lastra. una gran sala de degustación totalmente acristalada en los dos lados que se asoman a la viña se encuentra a media altura entre la cantina y la planta baja, sumergida en las hileras de nebbiolo. las hileras se desarrollan perpendiculares al espectador que capta tanto la calidad de la vid como la pendencia y la exposición de la viña de barolo bussia. frente a este espectáculo, colocada sobre una pared
ciega hacia la cantina, una pequeña hendidura de cristal larga, no más alta que un magnum bordolese, revela en anticipo el lugar en el que el vino adquiere su estructura, sus colores y aromas reposando tranquilamente a una temperatura natural comprendida entre los diez grados invernales y los diecisiete veraniegos. las paredes de color rojo teja, hacen que el ambiente resulte reconocible tanto si se mira desde el interior como desde el exterior. el pavimento de roble macizo llama la esencia preciada que cura y crece ‘este líquido rojo tan apreciado por noé' durante mese y años. al lado del descansillo a la altura de la rampa en la sala de degustación el visitante descubre un paso más pequeño y ciego. abriendo la puerta se encuentra delante de una escalera, cerrada por los cuatro lados; se parece a un túnel, una pequeña galería que termina con una plataforma en otro piso. mientras se encamina por la escalera pequeños rayos de luz iluminan los hilos de las plataformas para ritmar regularmente su paso. las superficies de las paredes y del techo están revestidas con madera de pino y son perfectamente lisas. cambia el clima: el aire, peldaño a peldaño, gana en humedad poco a poco, convirtiéndose en pesado y frío. y llega el último peldaño, una pequeña plataforma que se encuentra en el centro de un ambiente silencioso, con perfume de madera y di vino donde centenares de barricas y toneles yacen. grandes pilares circulares negros sujetan la losa de la planta baja como si significaran la seguridad estática del lugar, mientras las paredes negras del fondo del local hacen perder las dimensiones del espacio mimetizándose y convirtiéndose en una cosa sola con la penumbra. resaltan así las formas redondas de los toneles y barricas que, iluminadas desde arriba, que calientan el ambiente con aquel color amarillo
ocre marcado por las ventas violetas del barolo; no se puede hacer más que bajar de la plataforma y sumergirse en una clara penumbra para pasear entre las barricas y admirar y sentir, en silencio, casi la voz del vino.
al llegar al final del recorrido, generado por la colocación de las maderas para optimizar el espacio, el visitante se da vuelta para admirar la cantina en su
totalidad, para apreciar las dimensiones y el efecto escénico del conjunto y el túnel que se ha atravesado pocos minutos antes aparece como un objeto, una escultura.
sus paredes externas están revestidas con duelas de madera de pino macizo y un pequeño haz de luz las ilumina desde el techo creando juegos de luz y sombras en medio de estos volúmenes regulares. parece casi el contenedor estudiado en los detalles y en el diseño, con los que la empresa prepara y realiza sus propias botellas para la venta al
público: las proporciones, la esencia de la madera, el diseño de las duelas son los mismos. inmediatamente al lado de este volumen se abre camino en la penumbra la luz proveniente de la hendidura que ya desde la sala de degustación anticipaba un pequeño descubrimiento de la cantina; y de pronto, aquí está, el azul del cielo desde el espacio más profundo de la cantina: es una mezcla continua de vistas desde el hacia el exterior y viceversa que pone en relación el mundo de la naturaleza y de sus frutos con el del hombre y sus productos. espectacular es la vista al salir de la cantina en toda la fachada de casi diez metros de altura completamente revestida en madera. aquí y allá, mirando desde abajo hacia arriba, se descubren paneles hechos de duelas y revestidos en el interior con una chapa de acero, a una distancia suficiente para que reflejen el haz de luz de los cuerpos de iluminación que esconden; es de gran efecto ver esta iluminación azul por la noche cuando toda la estructura está iluminada por luz reflejada, nunca directa, para obtener un color de fachada que, mezclado con el de la madera, pueda recordar las tintas, los colores y los reflejos del vino en un vaso de cristal durante una degustación.
subiendo las escaleras llegamos a un enorme espacio de altura completa con paredes forradas de resina roja, la estructura del techo a vista con sus altas y estilizadas cercas de madera laminar; los cierres de distintas medidas y con los perfiles de hierro negro delimitan, como si fueran marcos, la vista panorámica que cambia mano a mano que nos acercamos al cristal. en la esquina hacia la sala de degustación, descubrimos un volumen irregular, con duelas de madera maciza que salen del pavimento casi como si fueran la continuación de algo presente en la cantina. el pavimento de cemento gris pulido se caracteriza por un canal para la recogida de las aguas de lavado de las cubetas de acero, por encima de la cual existe una imponente máquina mecanizada que se ocupa de todo el ciclo productivo del vino. en la pared sur, una escalera de hierro cincado conduce a un altillo en el que están dispuestas las oficinas y la mesa para las reuniones. una gran ventana triangular permite asomarse a la brunella. debajo de la escalera, dos puertas gemelas permiten el paso al local servicios y al desempeño desde el que entramos para iniciar la visita.
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