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el célebre poliambulatorio radiológico, wittlinger hahn stern, se ha transferido de su vieja sede en el centro de schorndorf (35 km al este de stuttgart) al nuevo centro médico de la ciudad. el ambulatorio ocupa un área de 600 m² en la planta sótano del edificio. las principales dificultades a la hora de concebir este espacio se referían a las salas internas: era necesario hacer coexistir el alto nivel de integración técnica con un layout limpio y funcional. el ambulatorio de radiología se caracteriza por una gran afluencia de pacientes, largos tiempos de espera debidos a los complicados procedimientos diagnósticos y la preocupación como estado general de ánimo de los pacientes. el estudio atento y calibrado de los interiores y de la distribución de los espacios nace precisamente de la profunda atención al estado de ánimo de quienes se hallan en la ineludible coyuntura de tener que visitar un ambulatorio radiológico. el estado de ánimo de quienes visitan un departamento de radiología a menudo es de inquietud, una inquietud que se acentúa con la sensación de inseguridad generada por el despliegue de instrumentación técnica, la sensación de anonimato que inspiran la institución y la estructura laberíntica del edificio. los interiores del ambulatorio de radiología wittlinger hahn stern han sido proyectados con gran sensibilidad: las salas de espera infunden una sensación de seguridad, el sistema de orientación ha sido estudiado para encontrar rápidamente el lugar buscado, mientras los equipamientos tecnológicos están en gran medida ocultos. todo ello instila una mayor sensación de tranquilidad en el paciente, que comienza a sentir que se halla en el lugar adecuado. la distribución de los espacios gira en torno a la zona de espera de los pacientes, situada en el centro. todas las áreas funcionales - medicina nuclear, mri y cri, rayos x, mamografía y ultrasonidos - se reúnen en torno a este espacio central. ante este sistema, claramente estructurado, la distribución mediante laberínticos corredores queda obsoleta. al mismo tiempo, las distancias entre las salas de tratamiento y la zona de espera son tan cortas que no se necesita megafonía, con lo cual la comunicación ya no resulta fría y anónima, sino directa, agradable y personal. desde la entrada misma, las personas tienen despejada la visión de la sala de espera principal, lo cual da a los pacientes que llegan una primera indicación orientativa, reforzada con el uso del color: el tono celeste del techo se extiende de la entrada a todos los espacios de acceso al público. la recepción es el eje en torno al que todo ambulatorio se organiza, y es también el primer punto de contacto, esencial para estrechar una relación de confianza con el paciente. las dos áreas de la recepción se insertan en unidades parcialmente cerradas a la derecha y a la izquierda de la entrada, para así transmitir una sensación de sólida discreción. desde el área de recepción, el espacio va estrechándose hacia la zona de espera central. la sala está delimitada por tres paredes libres, que por el lado abierto forman tres salidas que desembocan en las tres áreas funcionales que las circundan. las paredes sirven también como aislamiento para el pasillo que se desarrolla precisamente en torno al núcleo central. de ese modo, las personas que esperan no se ven perturbadas por el bullir de actividades que se realizan fuera de la zona de espera, y el personal y los médicos pueden moverse inadvertidos entre las distintas zonas funcionales. las paredes laterales de la sala de espera están revestidas desde el suelo hasta el techo, y sus extremos superiores se curvan hacia la sala, brindando así a las personas que esperan un abrigo que les proporciona una sensación de protección y de seguridad. las paredes revestidas están perforadas en toda su superficie: esto ejerce un efecto sobre la acústica de la sala y la mantiene silenciosa incluso cuando el ambulatorio está lleno de gente. los pacientes en espera pueden elegir un lugar donde sentarse en la fila siguiendo una de las dos paredes laterales, o bien en el anillo que rodea cada una de las cuatro columnas. teniendo en cuenta que la zona de espera, sin ventanas, no recibe iluminación natural, las paredes libres cuya parte trasera da a la zona de recepción se trasforman en biombos luminosos: iluminadas por detrás, proyectan una imagen de nubes en blanco y negro. este motivo es una invitación a meditar en el espacio infinito del cielo, a la vez que un potente símbolo de esperanza, sin olvidar que el color celeste, típico del cielo y ausente en la imagen, está siempre presente en la sala gracias al color del techo. el color connota las distintas funciones de cada área. el techo de la entrada y de las zonas de espera está pintado en gris azulado, color capaz de crear asociaciones con el ambiente médico al mismo tiempo que difunde un tono de luz real y agradable gracias a los largos cortes de luz marcados en el techo. el color del techo, el suelo de caliza fósil, las superficies de madera y la piel beige claro del revestimiento de las sillas y de las paredes de la zona de espera, infunden un estado de ánimo calmo y equilibrado. el pasillo que discurre por el exterior de la sala de espera principal, rodeándola, está dominado por un color naranja intenso, cálido y acogedor; las salas de tratamiento en cada una de las áreas funcionales están pintadas en tonos específicos, de modo que cada departamento puede diferenciarse claramente de los demás. una guía en el suelo y en el techo crea una conexión con la zona de recepción que, situada contra la pared externa, recibe luz natural, lo cual enfatiza el status especial de las personas que esperan en este espacio. para dar énfasis a la actitud abierta de los médicos hacia los pacientes, cada sala tiene una pared de cristal que da al pasillo y que puede taparse si es necesario.